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Thursday, October 30, 2008

SPAN 364 miércoles, 29 de octubre de 2008 – Garcilaso de la Vega

Me gustó mucho la segunda parte del libro de Garcilaso de la Vega tan mucho como la primera parte. Esta mitad tiene mucho que ver con los españoles, con respeto a las numerosas batallas y las guerras violentes entre los dos imperios, lo del español y lo incaica. Aquí con esta conclusión, Garcilaso de la Vega termina el libro mientras hablando de fines y terminaciones, específicamente lo de los incas. Lo que nos llama la atención es la cuestión de ¿qué lado realmente está vencido por el otro? Hay una fuerte oposición, sino una gran distancia entre los dos imperios. Hay anarquía entre los españoles porque habían un gran número de matanzas, en que se les cortaron las cabezas de unos españoles por las propias manos de este imperio mismo, por una desigualdad, o sea una lucha de poder entre ellos mismos. Al mismo tiempo que los españoles siguen matando hasta el último momento, vemos el orden que existe entre la sociedad incaica hasta el fin. Los indígenas escuchan todavía a los indígenas, aunque el control fuera a los españoles. Garcilaso de la Vega hace ilusión a unos barbaros, los cuales son los españoles porque han cometido muchos crímenes sociales, mientras los incas mantienen su honor entre los que han sobrevivido. Así, el énfasis puesto por Garcilaso de la Vega durante la segunda mitad está en la preservación de la memoria incaica tradicional. El autor no quiere enfatizar ninguna de las matanzas ni nada de los sacrificios porque su identidad como un mestizo, es ser un producto de dos partes étnicos. Por eso, el libro en el complejo no identifica ningún lado como si fuera mejor que el otro, aunque en el último pasaje es evidente que él quiere mostrarnos la posibilidad de que no fuera legítimo los actos que han cometido los conquistadores, o sea los “ganadores.” Además, enfatiza su propia posición respeto a la fe de cristiano y nos sugiere finalmente que hubiera podido existir la paz entre los dos imperios ancianos. Así que dos culturas bien diferentes habrían podido coexistir pacíficamente si no hubieran tenido desgraciadamente esa fuerte necesidad mandada por el rey, de tomar esclavos, aprovechárselos y violar a sus mujeres. Sin embargo, no es un libro de denuncia de los españoles ni de los incas. Bartolomé de Las Casas, como español, puede denunciar a los españoles. Garcilaso de la Vega siente que por ser mestizo, no los puede denunciar.